El Conde de Montecristo y el desarrollo personal - parte 2

En el cierre de la parte 1 de esta entrada, Edmond se encontraba hundido en el dolor y la desesperanza. Pero en su peor momento, inesperadamente aparece el abate Faria, quien se convertiría en su maestro.

Etapa 3: La instrucción 

Tema central: La iniciación y el conocimiento.
 

El abate Faria aparece en la celda de Edmond, debido a que durante años cavó un túnel para poder escapar del castillo, pero por un error de cálculo, terminó en la celda del protagonista. En este punto, el abate no solo se convirtió en la esperanza y compañía que tanto anhelaba Edmond, sino que también se convirtió en su maestro, de quien recibió enseñanzas que abarcaron múltiples áreas del saber, desarrollando como consecuencia una mentalidad muy fuerte, con alta capacidad de análisis, pensamiento estratégico y visionario.

Este proceso de instrucción aleja a Edmond de su estado de abatimiento y lo lleva a comprender que al ocupar su tiempo en el aprendizaje, su alma puede sentir felicidad y libertad al menos parcialmente, considerando la gravedad de su situación. Su proceso como aprendiz le permitirá obtener algo que nunca nadie le podría quitar: el conocimiento.

El Tesoro de la Isla de Montecristo

El abate reconoce a Edmond Dantes como un hombre íntegro y digno de confianza, por lo que le explica que posee un mapa y las orientaciones necesarias para extraer un tesoro incalculable oculto en la isla de Montecristo. De esta manera decide que al escapar, a través del nuevo túnel que se encuentran construyendo, irían en busca del tesoro, el cual sería dividido entre ambos en partes iguales.

La Muerte de Faria

Tras años de trabajos, el Abate fallece, pero antes entrega el mapa del tesoro de Montecristo a Dantes, quien finalmente logra escapar, introduciéndose en la bolsa en que los carceleros iban a retirar el cadáver del abate hacia el exterior.

Edmond encuentra el Tesoro de la Isla de Montecristo

Siguiendo las pistas del mapa, y utilizando su inteligencia, Edmond encuentra el tesoro de Montecristo, accediendo a una gran riqueza, la cual le otorgará los medios necesarios para ejecutar sus planes de venganza contra quienes lo inculparon siendo inocente.

El verdadero tesoro de Edmond Dantes

Dentro del desarrollo del mismo libro, Edmond reconoce que la compañía de su maestro, el abate Faria y las enseñanzas entregadas por este son un verdadero tesoro. Esto no son solo bellas reflexiones del protagonista, sino que, de manera práctica, es posible comprobar que el acceso a la libertad y la obtención del poder que logró Edmond fue gracias a estos años de instrucción que pudo recibir. Consideremos lo siguiente:

-Es probable que, sin la formación intelectual recibida por el abate, Edmond no habría ideado la posibilidad de escapar en la bolsa para el cadáver de su maestro.

-Sin los conocimientos adquiridos habría tenido dificultad para interpretar el mapa y seguir las pistas para encontrar el tesoro.

-Sin su capacidad adquirida de adelantarse a los hechos, podría haber sido descubierto tanto durante su escape, como posteriormente al insertarse en una nueva sociedad a la que no había pertenecido durante muchos años.

-Incluso escapando y encontrando el tesoro por su cuenta, sin la instrucción del abate, la administración de tu tesoro habría sido deficiente, pudiendo perderlo o limitado su mantención o crecimiento.

-Su conducta más pasional e impulsiva, propia de quien sufre una grave injusticia, podría haberlo llevado a ponerse en peligro prematuramente, pero las enseñanzas del abate le permitieron ser cauto y saber en qué momento actuar y cuándo esperar.

En esta etapa podemos comprender que el entendimiento nos puede fortalecer y ayudar a superar situaciones de alta complejidad. Aun así, para avanzar en el proceso de la obtención de conocimiento, la figura del maestro calificado es clave para el aprendizaje. Posteriormente, como consecuencia, es posible mejorar nuestra calidad de vida y obtener los recursos materiales requeridos para concretar nuestros proyectos.

-Próxima entrada de El Conde de Montecristo y el Desarrollo Personal- Parte 3

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